28 feb 2011

Lagrimas

Mis lágrimas nacen en la oscuridad, oscuridad que llena esas horas vacías que se dejan ver después de la partida de la soledad. Ahora esperan impacientes su turno, han traspasado el camino de tu mirada y se refugian en la parte de mis ojos que tú no puedes ver, saben que no te tendré en mi próximo amanecer a la ternura, mienten cuando creen que estarás en el siguiente ataque de sensibilidad y por eso mis lágrimas lloran ausencia y soledad. Cuando mis lágrimas se pierden al unísono entre un amanecer y unas notas de piano, los instantes son compases tristes de nuestra propia melodía, se esconde la luna, intentando atrapar los sentimientos perdidos que vagan buscando un hueco virgen en corazones desorientados y con parcelas por habitar.
Me recojo el pelo, cierro los ojos y mis dedos dibujan en silencio la forma de tus sentimientos, percibo el aroma de tus miedos y sufro en silencio al sentir mis lágrimas esperando ese amanecer, que no es capaz de encontrar el horizonte que resalte su belleza. Silencio entre los ruidos rugientes del nuevo día, soledad en las lágrimas que caen al asfalto de mis huellas, sensaciones inexplicables que a través de mis dedos sucumben en el silencio de tus respuestas, palabras muertas al borde de unos labios que no saben si despiertan cuando el atardecer de la soledad se pierde en la profundidad de una mirada. Me acabo de dar cuenta que mis píes están cansados por no recorrer el camino que la emoción marca, con alientos desbocados, sólo la tristeza recorre huellas que otros ya han pisado, dejando en los bordes esa estela que sólo somos capaces de ver cuando la soledad aplaude los sentimientos, reflejados en nuestras manos y que creen bailar al ritmo del eterno espectador ingrato del silencio. En un instante de ternura que no tengo, te regalo todas las sensaciones que pueden nacer de ella, en la intensidad del silencio que me observa te doy todas las palabras que escucharas con la agudeza de tus ojos, entre la soledad que descansa y despierta, podrás sentir la calidez de un beso que espera, entre el amanecer y el atardecer del deseo te podrás perder entre mi vientre y mi sexo, en la sensación de una caricia, mi piel te hablará con palabras que quedaran prendidas en la yema de tus dedos. El viento juega con la noche, coquetea con la luna que no se deja ver y mis lágrimas observan mis días sin ti. Dormiré pensando que tus labios recorren mi cuerpo y dibujar después la forma del deseo en un lienzo que nunca podrá morir en el recuerdo. Deja a tus dedos jugar entre mi pelo, recorre mi espalda con tu aliento, arranca la ropa a mis sentimientos y mira mis ojos cuando mi cuerpo encuentre una sonrisa que dormía en tus manos. 

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